lunes, 9 de marzo de 2009


Retiran de Facebook fotos de mamás amamantando a bebés


La medida provocó protestas de los seguidores de esta Red Social pues defienden la lactancia materna.

¿Son indecentes las fotografías de una madre dándole el pecho a su hijo? La red social despertó un gran debate -y protestas- en internet al retirar varias fotografías que mostraban demasiado el pecho de una madre.

El portavoz de Facebook Barry Schnitt indicó que la página web no toma medidas contra la mayoría de las fotos de bebés mamando porque cumplen los términos de uso de la página, pero que otras se retiran para asegurar que la página sigue siendo segura para todos sus usuarios, incluyendo niños.

"Fotos que contienen un pecho completamente expuesto (definido como el que muestra el pezón) violan esos términos (sobre material obsceno, pornográfico o sexualmente explícito) y pueden retirarse", indicó en un comunicado.

"Las fotos contra las que actuamos reciben nuestra atención casi exclusivamente por quejas de otros usuarios", añadió.

Sin embargo, la decisión del sitio de prohibir algunas de las fotos ha enfurecido a algunos usuarios, incluyendo a la madre estadounidense Kelli Roman, cuya fotografía de su hija mamando fue retirada por Facebook.

Roman es una de las administradoras de una petición online llamada "Hey Facebook, breastfeeding is not obscene!" ("¡Eh, Facebook, la lactancia no es obscena!").

La petición ha ganado impulso en las últimas semanas después de que varias personas organizaran una protesta virtual en Facebook y realizaran una pequeña manifestación frente a la oficina de Facebook en Palo Alto, California.

La petición ha recibido más de 80 mil firmas y unos 10 mil comentarios, reiniciando el viejo debate sobre lo bien o mal que está amamantar a un niño en público.

Los organizadores de la petición afirman que a algunas mujeres se les advirtió que no vuelvan a colgar las fotos eliminadas o podrían arriesgarse a ser expulsadas de Facebook.

Una de las madres afectadas, llamada Rebekah, dijo que la página había quitado una foto de ella dándole el pecho a su hijo.

'Encuentro ofensivo que (Facebook) pueda quitar mi foto pero no la imagen en primer plano de un trasero con tanga que (he) visto en la página de un amigo, o quitar la aplicación '¿qué posición del kama sutra eres?'" escribió la mujer.

Facebook, que tiene más de 120 millones de miembros, se atiene a su decisión.

Schnitt indicó que durante la protesta, la red social llamó a muchos grupos mediáticos estadounidenses pidiendo espacio para colocar un anuncio relacionado con la lactancia, que mostraba a una mujer alimentando a su hijo y con un pecho completamente expuesto. Ninguna de las empresas accedió.

"Obviamente, un periódico y Facebook son cosas diferentes, pero la motivación subyacente para las políticas de contenido es la misma".
Fuente: Agencias
Los Angeles, E.U.

La lactancia reduce el riesgo de muerte en la cuna: estudio

martes 3 de marzo, 10:12 AM

NUEVA YORK (Reuters Health) - Un nuevo estudio efectuado en Alemania señaló que las mujeres que amamantan a sus bebés reducen el riesgo de que el niño muera por síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL).

Por lo tanto, el equipo de M. M. Vennemann, de la Universidad de Munster, recomienda que las campañas de salud pública para reducir el riesgo del SMSL promuevan la lactancia materna en los seis primeros meses de vida del bebé.

Sólo algunos países incluyen a la lactancia en la lista de recomendaciones de sus campañas de prevención del SMSL, explicó el investigador en la revista Pediatrics. El objetivo del estudio era confirmar si el amamantamiento reduce el riesgo de SMSL.

El estudio incluyó a 333 bebés que habían muerto por SMSL y a 998 bebés de la misma edad saludables (grupo de control).

A las dos semanas de vida, el 83 por ciento del grupo de control recibía leche materna a diferencia del 50 por ciento de los niños con el SMSL. Al mes de vida, esos porcentajes eran del 72 y del 40 por ciento, respectivamente.

La lactancia exclusiva al mes de vida redujo a la mitad el riesgo de SMSL. La lactancia parcial también disminuyó ese riesgo, aunque pudo haber sido por azar.

Esos resultados se suman "a las evidencias de que la lactancia reduce el riesgo de SMSL y de que esa protección se mantiene mientras dura el amamantamiento", concluyeron los autores.

FUENTE: Pediatrics, marzo del 2009

martes, 20 de enero de 2009


El rol del padre


Artículo de Laura Gutman

Frente al agobio, la confusión y el cansancio que padecemos cuando tenemos hijos pequeños, las mujeres quisiéramos tener a mano una serie de “obligaciones” para endilgar al varón a quien percibimos más libre y autónomo y con una vida que no ha cambiado tan drásticamente como la nuestra. Somos las mujeres quienes necesitamos creer que un “buen padre” se ocupa de tal y cual manera de los hijos que tenemos en común. Pero cuando esto no ocurre, nos abruma el rencor y la desilusión.

Los “roles” que cada uno asume son hechos culturales. O personajes que repartimos entre todos para que una escena pueda ser representada. De modo que, cuando un niño “entra en escena” (o nace), se nos desacomodan todos los roles que teníamos asignados. Las mujeres nos encontramos en lugares que no habíamos dispuesto para nosotras mismas, nos sentimos afuera del mundo, solas, exageradamente demandadas, desgarradas entre permanecer en los lugares donde habíamos forjado nuestra identidad, o pendientes de las necesidades del niño pequeño. Frente a este panorama, observamos al varón que no está ni desgarrado, ni peleado entre nuevas y viejas identidades, ni malherido, ni agotado. Por lo tanto, nos resulta evidente que tendría que asumir parte de las tareas que por carácter transitivo de género, hemos asumido las que hemos devenido madres. Y ahí se ponen de manifiesto los desacuerdos ocultos de la pareja.

Pues bien. Sobre todo esto vale la pena conversar. Porque la presencia de un niño nos obliga a pensar cómo vivimos, qué esperamos unos de otros, qué organización familiar estamos dispuestos a construir y cuánta generosidad tenemos disponible. Por otra parte, los “roles” que asumamos, serán funcionales de acuerdo a si los hemos “planeado” juntos o no. Por ejemplo, si asumimos que la madre se hará cargo emocionalmente del niño, necesitará que “alguien” se haga cargo emocionalmente de ella. Y el varón que tiene al lado posiblemente sea el mejor postulante para ese ”rol”. En ese caso, no importa qué es lo que hace en función de su paternidad, no importa si baña al niño o si se despierta por las noches para calmarlo. Porque “es” padre en la medida en que sostiene emocionalmente a la madre para que ésta tenga fuerzas afectivas suficientes para acunar al niño. En cambio, si la madre no tiene disponibilidad emocional para el niño, o no tiene posibilidades de permanecer a su lado porque la economía familiar depende de ella; posiblemente haya un varón más “cariñoso” y en apariencia “buen padre” que se ocupa del hijo. Sin embargo, de un modo poco visible está obligando a su mujer a abandonar su despliegue maternante y desviando su preocupación hacia la adquisición del alimento. En estos casos, el varón no posibilita ni facilita una permanencia suave y dedicada de la madre hacia su hijo. Y este no es un dato menor, aunque las mujeres modernas creamos que la igualdad de derechos se basa en que tanto las mujeres como los varones asumamos indistintamente la crianza de los niños; desde el punto de vista del niño, no es lo mismo recibir cuidados maternantes femeninos que cuidados paternantes masculinos. Y eso que ni siquiera estamos hablando de lactancia, hecho que requiere una permanencia y disponibilidad irremplazables por parte de la madre.

Lo ideal sería que los “roles” estén todos asignados para jugar el juego de la familia. La mayoría de las veces, esto no ocurre. Hay un rol que pocas veces asumimos, seamos mujeres o varones. Es el rol de quien se despoja de sus propias necesidades a favor de las necesidades básicas, impostergables, urgentes e irremplazables de los niños pequeños. Cuando desestimamos los tiempos lentos de los niños, la necesidad de contacto, de brazos, de presencia física y de escucha genuina; nadie asume su rol.

Hablar de lo que le toca hacer al padre o de lo que corresponde hacer a la madre nos coloca en la lucha interminable por quien logra resguardarse más a sí mismo. Es verdad que nos faltan jugadores para la escena familiar. En la mayoría de los casos nos hemos quedado sin familia extendida, sin barrio, sin aldea, sin mujeres experimentadas ni grupos de pares para hacernos cargo mancomunadamente de los niños pequeños. Estamos todos muy solos y exigidos. En ese sentido, los varones que desean ser “buenos padres” tampoco logran responder a las expectativas. Fallan. Están cansados. Reciben palabras de desprecio. Se sienten poco valiosos. Escasamente potentes. Y se supone que deberían hacer lo que no hacen, es decir, llegar temprano a casa, hacerse cargo del niño, calmarlo, jugar con él, ser paciente.

Pensar el rol del padre dentro de la familia moderna tiene que coincidir con un pensamiento más generalizado sobre cómo vivimos todos nosotros, cómo y dónde trabajamos, cómo circula el dinero, quién administra, cómo nos manejamos respecto al poder dentro de las relaciones, cómo circula el amor y el diálogo dentro de la pareja y sobre todo qué importancia le asignamos a la libertad y a la autonomía personales. Porque es importante tener en cuenta que si estamos apegados a la propia autonomía, el niño no logrará recibir lo que necesita. Y si recibe el tiempo y la dedicación, será en detrimento de la libertad de la madre. Y desde ese lugar de pérdida de libertad, las mujeres nos ponemos exigentes con los varones, queriendo definir claramente qué roles deberían asumir. Con lo cual, estamos todos enfadados unos con otros. Por eso, el tema no pasa por luchar para determinar quién pierde más libertad, asignando deberes a diestra y siniestra, sino por revisar qué capacidad de entrega tenemos unos y otros. La maternidad y la paternidad no se llevan bien con la autonomía y la libertad personal. Tenemos que estar dispuestos a perderlas, si nos interesa el confort de los niños pequeños. Y en este punto, es lo mismo ser varones o mujeres.

Tal vez sea tiempo de mirarnos honestamente y reconocer qué es lo que cada uno de nosotros está dispuesto a dar. Comprometernos a eso y no más. Aceptar nuestras limitaciones y darnos cuenta que nos complementamos. Que hay algo que el otro ofrece que uno mismo no sería capaz. Y que si no da “todo” lo que quisiéramos, no lo coloca en un lugar donde “no da nada” sino que “da algo diferente”. De ese modo pierden sentido todas las discusiones sobre los roles adecuados, lo que se debe o no se debe hacer frente a algo tan difícil como criar niños pequeños.

Laura Gutman es argentina, terapeuta familiar y escritora

Lleva publicados varios libros sobre maternidad, paternidad,
vínculos primarios, desamparo emocional, adicciones, violencia
y metodologías para acompañar procesos de indagación personal.
Es colaboradora habitual en numerosas revistas en Argentina
y España. Dirige Crianza, una institución con base en la Ciudad
de Buenos Aires
, que cuenta con una Escuela de Capacitación
Profesional
y un equipo de profesionales que asisten a madres
y padres.

Artículo tomado de sitio web: http://www.lauragutman.com.ar/


jueves, 7 de agosto de 2008


Spock: Kirk, tenemos una circunstancia de alerta roja.
Kirk: ¿Qué es?
Spock: Las provisiones de combustible para la nave se están acabando.
Tenemos que resover esta emergen...
Kirk: Momento Spock, debo atender esto. ¿Tu bebé no se prende bien al pecho? ¿Con qué frecuencia lo alimentas? ¿Te están sangrando tus pezones? Mira primero que nada mejora tu postura la hora de amamantar, ahora hay una lanolina muy buena para tu pezón.
Spock: No sabía que eras líder de la Liga de la Leche, Kirk... cuéntame más.
Kirk: ¿Y lo del combustible, Spock?
Spock: Luego, cuenta.

TIRA DE TRINO EL MONERO SOBRE LLL

Comparto la tira que se publicó en México a nivel nacional en todos los diarios del grupo Reforma (Mural, El Norte y 7 diarios mas) donde se menciona a la Liga de la Leche.
Gracias a Trino por su trabajo y Margarita Carmona Domínguez, psicóloga de niños y sus papás por compartirla.

lunes, 19 de febrero de 2007

Beneficios del seno materno

Internacional - Miércoles 14 de febrero (12:20 hrs.)
Revela un estudio científico que el amamantar a un bebé ayuda a reforzar la salud de la madre

El Financiero en línea Londres, 14 de febrero.- Amamantar a un recién nacido beneficia no sólo la salud del bebé, sino también la de la madre, según un estudio publicado hoy en la revista británica "New Scientist".Hasta ahora se sabía que la leche materna tiene muchos beneficios para los niños, como reforzar su sistema inmunológico, pero ahora se ha comprobado que las madres también experimentan una mejora en su salud.Alison Steube, de la Escuela Médica de Harvard (EU), dirigió un estudio con 96 mil 648 enfermeras que habían dado a luz entre 1986 y el 2002.El análisis de los datos indica que las que habían pasado al menos dos años amamantando a sus hijos tenían un 19 por ciento menos de riesgo de sufrir un infarto que las que no habían dado el pecho a sus hijos.Esa diferencia se mantenía al margen de otros factores de riesgo como el historial médico familiar, la dieta o el ejercicio, según indica el estudio, presentado en un congreso médico en San Francisco.Según Steube, en el embarazo la mujer almacena más grasa y aumenta elnivel de ácidos grasos que circulan por la sangre. Al alimentar a los bebés con leche materna, "las madres pueden convertir esas reservas de energía en nutrientes para sus hijos"."Amamantar no es sólo bueno para los bebés, también lo es para las madres", apuntó la investigadora, que recomienda un periodo de lactancia de entre tres meses y un año tras el parto.Elena Dalrymple, directora de la revista "Mother & Baby", recordó que "hay innumerables razones por las que es mejor dar el pecho" que leche de farmacia a los infantes, entre ellas una mejor nutrición del pequeño y la creación de un vínculo entre madre e hijo.Dalrymple señaló que, pese a que la ciencia avala sobradamente los beneficios de la lactancia natural, falta apoyo público. (Con información de EFE/MVC)

martes, 6 de febrero de 2007

"El papel del padre durante la lactancia podemos definirlo y moldearlo"


Dr. Carlos González

Esta es una entrevista de Arturo Meoño*al pediatra Carlos González, él es autor de exitosos libros como Mi niño no me come, Bésame mucho, Un regalo para toda la vida. Además del tema de la crianza de la niñez es un experto y reconocido conferencista sobre lactancia materna.

Arturo -Según su experiencia, ¿dentro del núcleo familiar, cuáles mitos, prejuicios o "resistencias" a la lactancia son más comunes entre los hombres?

Carlos -No me da la impresión de que haya unas resistencias especiales. Más bien diría que la mayor parte de los padres están muy contentos con la lactancia. El mito es el que tiene toda la sociedad (incluyendo a la propia madre): que a lo mejor no hay suficiente leche, que a lo mejor la leche no es buena... A veces se oye decir que hay maridos que no quieren que su esposa dé el pecho porque se le va a "caer" y "estropear", o porque creen que el pecho es un órgano erótico y por tanto pertenece al marido, y no al niño. Pero el caso es que nunca he oído a ningún padre decir estas cosas, siempre son rumores, alguien que ha oído que otro ha dicho que otro piensa... a lo mejor esas supuestas resistencias son en sí mismas un mito.

Arturo -Las masculinidades predominantes ¿nos generan obstáculos a los hombres para poder tener una adecuada participación en la lactancia de nuestros hijos e hijas? ¿O lo que tenemos son vacíos en cuanto a información, formación o educación?

Carlos -Ahí me pierdo, ¿qué son las "masculinidades predominantes"?

Arturo -Las variaciones del machismo.

Carlos -¡Ah, el machismo, y la participación en la lactancia!

Ante todo, el machismo no dificulta la lactancia. Durante siglos, probablemente milenios, las mujeres han dado el pecho a pesar del machismo. Ha sido justo en el siglo en que el machismo ha disminuido un poco, y en los países en que ha disminuido, en donde la lactancia se ha visto en peligro. Supongo que es pura coincidencia.

Los padres no podemos participar en la lactancia (salvo que usemos "participar" en un sentido tan amplio que ya no tiene sentido). Podemos participar en la crianza de nuestros hijos, podemos llevarlos en brazos, cantarles, dormirles, acariciarles, lavarles, vestirles, cambiarles los pañales, jugar y hablar con ellos, llevarlos a pasear, ayudarles con los deberes, leerles libros... pero no podemos darles el pecho. Más vale acostumbrarse a ese hecho, y admitir que no es ninguna deshonra. Porque la absurda noción de que padre y madre deben hacerlo todo por igual ha llevado a algunas familias a dar biberones, "para que el padre también pueda participar".

Es fácil caer en la tentación de pensar: "mi abuelo era un machista medio salvaje, pero yo soy un hombre moderno e igualitario". Pero cada época ha tenido sus ideas y su forma de vida, con sus ventajas y sus inconvenientes.

Tal vez estamos haciendo mejor algunas cosas, pero peor otras. No, nuestro abuelo nunca cambió un pañal, pero tampoco se le hubiera ocurrido divorciarse de su esposa para irse con otra más joven, y mucho menos "olvidarse" de pagarle la pensión, o pelear ante los tribunales para poder separar a un niño de un año de su madre fines de semana alternos y dos semanas en vacaciones.

Arturo -Asumido el hecho que no podemos darles el pecho, podrías ahondar en ¿cuales serían los principales roles de nosotros los padres durante el período de lactancia?

Carlos -El papel del padre durante la lactancia no es biológico, y por tanto podemos definirlo y moldearlo a nuestro gusto. No creo que nadie pueda definir e imponer un papel como mejor que los demás. Cada familia se organiza según sus tradiciones, preferencias, expectativas y posibilidades.

Los padres pueden ganar dinero para que la madre pueda dedicarse durante un tiempo al cuidado de su hijo, pueden hacer las tareas domésticas, pueden bañar al bebé y cambiarle el pañal y consolarlo cuando llora y no se calma ni con el pecho o cuando se despierta a media noche y nadie sabe qué le pasa. Pueden apoyar a su esposa, asegurarle que lo está haciendo muy bien, que están orgullosos de ver qué buena madre es, que aunque no tenga tiempo de arreglarse está más guapa que nunca. Pueden hacerla reír. Pueden protegerla frente a las críticas de familiares y otras personas que no estén de acuerdo con la lactancia. Pueden sacar al bebé a pasear un par de horitas para que la madre pueda dormir la siesta. Pueden intentar apartarse del paso y no molestar.

Supongo que todos los padres hacen algunas o varias de estas cosas, en proporción variable.

Arturo -Ya que mencionaste el aspecto emocional, ¿qué necesidades puede tener nuestra pareja mientras está dando pecho, y cómo podríamos ayudarla a satisfacer estas necesidades?

Carlos -Seguro que cada madre tiene sus propias necesidades, así que siempre es buena idea empezar por preguntarle.

También puede ser, por supuesto, que no sea consciente de sus propias necesidades, o que no sepa expresarlas, o que le parezcan una tontería y no se atreva a nombrarlas. O que intente amoldarse a lo que la sociedad espera(o a lo que ella cree que la sociedad espera) de ella, y dé la respuesta "correcta" en vez de la real.

Parece todo muy complicado; pero al fin y al cabo no somos psicólogos, sólo maridos. Hacemos lo que podemos, y lo importante es la buena voluntad.

En esa buena voluntad se incluye el suponer que también ella tiene buena voluntad, que también hace lo que puede aunque no siempre acierte. La felicidad requiere cierto esfuerzo por ambas partes.

Arturo -¿Qué diferencias y qué constancias encuentras entre los hombres que vivimos en la "cultura occidental" en comparación con las familias en la prehistoria?

Carlos -¡Anda! Cada vez me haces preguntas más difíciles. En la anterior casi no se me ocurría nada, y ahora menos.

Para empezar, los hombres (varones) actuales de la "cultura occidental" son muy distintos unos de otros. Hay grandes diferencias por países, por clases sociales, por edad, por carácter... y diferencias puramente individuales. Probablemente si algo nos distingue, en general, de nuestros antepasados, es el mucho tiempo que dedicamos a trabajar, y el poco tiempo que por tanto tenemos para la familia, los amigos y para nosotros mismos. Los grandes primates en la naturaleza suelen dedicar sólo dos o tres horas al día a buscar comida y comérsela. Nosotros dedicamos ya ese tiempo a ir de compras, cocinar, comer y lavar los platos. Sólo que nosotros, antes de ir de compras, necesitamos trabajar ocho horas diarias para que nos den unos papelitos de colores con los que ir de compras.

Otras diferencias importantes es que nos parece normal vivir más de 70 años, cuando nuestros antepasados debían considerar una gran suerte el pasar de 35, y que nos parece que la muerte de un niño es una catástrofe, una desgracia, una mala suerte excepcional, cuando nuestros antepasados debían contar con que al menos la mitad de sus hijos morirían en la primera infancia.

¿Y todo eso qué importa? Pues no lo sé. Por eso digo que no se me ocurre qué responder a esta pregunta...

Arturo -Nada, a mí me encanta cuando podemos ver las cosas en perspectiva histórica.

Bueno, la última, a mis amigos cuando me entero que van a ser papás les digo "duerman muy bien ahora" y después cuando ya son papás y los veo con ojeras les dijo "intenten hacer pequeñas siestas a cualquier hora" y tú como doctor y como padre ¿qué sugerencias tendrías para los padres que tienen bebés lactantes?

Carlos -Aquí en España (y supongo que en otros sitios) a los jóvenes les encanta "ir de marcha". Se van a una discoteca, y luego a otra discoteca, y cuando cierran todas se van a un "after hours", y luego desayunan... Si les sugieres que estén en casa a las 11, o al menos a la 1 de la madrugada, te miran como si fueras extraterrestre. ¿Serán esos mismos los que, unos años después, vienen a quejarse de que el bebé no les deja dormir? Pues qué pena que me dan (risa malévola).

Bueno, ahora en serio. Tener hijos es cansado, y exige muchas horas de trabajo. Desgraciadamente, nuestro sistema económico no lo reconoce. Pretende que hagamos lo mismo que hacíamos antes, y además cuidemos a los niños, como si fuera cuestión de media horita al día.

Como padre, lo primero que diría a mis "colegas" es que prueben a dormir con sus hijos. Todos en la cama grande es mucho más descansado. Que no se duerme igual que sin hijos, desde luego que no, pero es mucho más cómodo tener al bebé al lado y consolarle en seguida que recorrer cada noche el pasillo varias veces para encontrarse con un bebé totalmente desvelado, porque hemos tardado cinco minutos en acudir. Además de cómodo, dormir con los hijos es agradable, una de las cosas más divertidas que tiene la paternidad.

Y lo segundo, que no le echen a sus hijos la culpa de nuestra forma de vida. No es un bebé exigente y manipulador, que nos tiene toda la noche despiertos sin comprender que hemos de madrugar para ir al trabajo. En todo caso, echémosle la culpa a un empresario exigente y manipulador, que nos obliga a llegar temprano al trabajo sin comprender que por la noche hemos estado atendiendo a nuestro hijo. A lo mejor el empresario tampoco tiene culpa, pero al menos no es hijo nuestro.

*(Arturo Meoño el productor y director artístico de la Unidad de Radio Nederland en AL)